Regulación
Por regulación podemos entender, de entrada, tres cosas:
- Regulación como normación.
Regulación como producto normativo (ley o reglamento, por ejemplo) o
como actividad de producción normativa (elaboración de la ley y el
reglamento). Regulación equivale aquí a “legislación” o “normación”. En
inglés británico se utiliza en ese sentido cuando se habla de “regular
mejor” o de “mejor regulación” (“better regulation”). En inglés
norteamericano, además y en su sentido más estricto, se identifica el
término “regulation” con “reglamento”.
- Regulación como dirección de un sector económico.
Regulación como actividad de dirección de un sector económico concreto,
antes en mano pública (telecomunicaciones o energía, por ejemplo). Por
regulación se entienden aquí el conjunto de actuaciones públicas de
naturaleza diversa, que no tienen en muchos casos carácter normativo:
observancia y seguimiento del sector, supervisión de las empresas
reguladas, la adjudicación de derechos y la concreción de sus
obligaciones, la inspección de la actividad, la resolución de
conflictos, etc. Se trata entonces de un sector económico “regulado”,
aunque sujeto a la libre competencia. Es una “autorregulación regulada”.
El término “sector regulado” o “regulación” quiere ser expresivo de la
intensa actividad de dirección y control que ese mercado experimenta a
manos de la autoridad administrativa, que recibe a su vez el nombre de
“regulador”.
- Regulación como dirección y organización públicas del sector o mercado.
En un sentido aún más amplio que el anterior y referido ya a todos los
ámbitos, se entiende por regulación toda actividad -normativa o no- que
pretenda influir directa o indirectamente en las conductas o
comportamientos de los agentes y operadores, y en la consecución de los
objetivos deseados. Regular aquí no es sólo dictar una norma, sino otras
muchas cosas, utilizar el mercado, el consenso, la información o el
código.
Política regulatoria (o reforma regulatoria)
Para la OCDE, la “política regulatoria” -en la expresión literal inglesa (“regulatory policy”) o política de mejora de la regulación, también conocida como “regular mejor”- pretende acometer un proceso permanente de “reformas regulatorias”,
esto es, de revisión de las estructuras y de los métodos de regulación
para que ésta sea de calidad, pues de ello se han de seguir múltiples
efectos para la sociedad y la economía. Una mejor regulación
ha de ser, en esencia, primero, una regulación que obedezca y responda a
necesidades de interés general, en beneficio del bien común;
segundo, una regulación que se halle sólidamente justificada y fundada;
y, tercero, una regulación diseñada estratégicamente, de tal modo que
sea
capaz de lograr los propósitos y objetivos perseguidos (pág. 9 del documento Regulatory Policy and the Road to Sustainable Growth (Draft Report), octubre 2010).
Una buena política regulatoria ha de contribuir a que quienes tienen
que decidir tengan la información necesaria para saber qué regular,
quiénes han de ser los destinatarios de la regulación, y cómo ha de
regularse (ibídem).
- La política regulatoria abarca el ciclo completo
de hacer política: desde la selección de las prioridades en el espacio y
en el tiempo, pasando por la integración de más o menos políticas
sectoriales en cada caso, hasta la definición de las estrategias para su
aplicación en la práctica, su seguimiento y evaluación permanentes (“ex
ante” y “ex post”).
- La política regulatoria, en otras palabras, persigue “regular mejor”
y ello se ha traducido, según las etapas y circunstancias (como las
propias de la presente crisis económica y financiera), en diversas
actuaciones: reformas estructurales, desregulación, innovación,
simplificación, mayor colaboración interadministrativa, etc. (págs. 40 y
ss.; 35 y ss. del citado informe). La política regulatoria -o regular
mejor- en el ámbito de la OCDE pretende facilitar una economía más
competitiva. Simplificar el acceso al mercado, construir una sólida
confianza y seguridad jurídica para la inversión, por ejemplo, reclaman,
según la OCDE, una regulación más inteligente y una Administración más
sofisticad.
- Las
reformas estructurales que fomenta la política regulatoria pueden tener
por objeto, por ejemplo, la mejora de la educación superior, el medio
ambiente, el .mercado laboral o el inmobiliario.
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